Aprender a emocionar para emocionarse aprendiendo es un principio básico que debe estar presente en cualquier formación, congreso, máster… En este caso, la extensa y diversa calidad formativa de Fútbol y Neurociencia me recuerda al gran Ulises del magistral poema de Cavafis titulado “Itaca”.
Cuando hacia Itaca emprendas el viaje
pide que tu camino sea largo
y rico en aventura y experiencia.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni a airado Poseidón temerás nunca.
Jamás se cruzarán en tu camino
si alto es tu pensamiento y sin bajeza
la emoción de tu cuerpo y de tu espíritu.
Jamás encontrarás a lestrigones
ni a cíclopes ni airado
Poseidón si en tu pecho no los llevas
y no es él quien los alza ante tu paso.
Mi primera parada en el camino es para reflexionar sobre la inteligencia artificial: ¿Es lo mismo big data que inteligencia artificial?, ¿qué potencialidad tiene la inteligencia artificial aplicada al fútbol?, ¿es una herramienta fundamental para mejorar mi toma de decisiones?, ¿en qué consisten las predicciones?, ¿me podrían servir para realizar fichajes o para anticipar una lesión? Sigo estacionado y delibero sobre la comunicación: ¿nunca le has chillado a tus jugadores y les pides silencio, o les pides tranquilidad y estás alterado?, ¿cuándo y de qué forma doy indicadores a mis jugadores?, ¿cómo me comunico con el árbitro?, ¿cómo interacciono con mi afición?
Pide que tu camino sea largo:
que muchas veces tengas la alegría,
la delicia de entrar en las mañanas
del largo estío en puertos nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia,
compra objetos hermosos:
madréporas, corales, ámbar, ébano,
voluptuosos perfumes (de éstos lleva
cuantos puedas contigo). Vete a Egipto,
visita allí muchas ciudades,
con avidez aprende de los sabios.
En la segunda parada, empiezo a descansar y me entra sueño, pero ¿tan importante es para el rendimiento y para el aprendizaje?, ¿cuando no duermo bien estoy más irascible?, ¿es importante elegir bien las camas de los hoteles para el descanso previo a los partidos?, ¿qué nos provoca sueño?, ¿en qué se basan nuestros biorritmos? A su vez, observo el espacio que me rodea y el impacto que tiene en mi cerebro y me pregunto, ¿por qué me siento tan bien en el entorno natural y rodeado de naturaleza?, ¿por qué en unos banquillos me siento como en casa y en otros un extraño?, ¿qué son las neuronas espejo y el córtex somatosensorial?, ¿qué modificaciones podríamos hacer en los vestuarios y accesos para mejorar nuestra experiencia futbolística?
Que Itaca siempre en ti presente sea
porque llegar allí es tu destino,
mas no por eso acortes el viaje.
Pues mejor es que dure largos años
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino
sin esperar que Itaca te enriquezca.
En la tercera parada, veo un cartel en el que pone en grande “neurobiomecánica”, pero ¿qué dices?, ¿eso qué es?, ¿qué es la propiocepción?, ¿qué son los estiramientos pasivos?, ¿y la respuesta motora?, ¿cómo puedo educar mi sistema nervioso?. Y como recuperación de todo este camino, ¿son importantes las emociones, el cariño y el afecto?, ¿qué es el entrenamiento vegetativo?, ¿qué factores optimizan el rendimiento y la recuperación en el fútbol?
Un hermoso viaje te dio Itaca.
Sin ella no emprendieras la jornada.
Pero otra cosa más no puede darte.
Aunque pobre la encuentres no hay engaño.
Rico en saber y en vida has comprendido
lo que tales Itacas significan.
En la cuarta parada, el análisis es fundamental, ¿de manera intuitiva o contraintuitiva?, ¿qué son el fenómeno de la horquilla, de la calculadora y del tablero?, ¿cómo se aplican?, ¿cuál es la diferencia entre frecuencia e importancia? De todo ello hay que tener una gran visión, pero ¿se puede entrenar la visión?, ¿de qué canal procede la info que le llega al jugador?, ¿cuáles son las habilidades clave, a nivel de visión, en el fútbol?, ¿cómo es la secuencia del entrenamiento visual?
Solo me queda una pregunta: ¿He llegado a mi destino? Obviamente NO, la aventura continúa con una emocionante semifinal y final. Gracias Itaca, gracias Fútbol y Neurociencia.
Firmado: Dr. Iván Rivilla, Dr. Juan Ángel Collado